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Medio ambiente, ¿nos concierne a todos? - blog 3

Ciudad de La Habana, tarde de Verano, 2015. Fotografía: Juan Camilo Alvarado
Ciudades limpias, calles impecables, ciudadanos cultos, personas cívicas y la basura en su lugar. Esta podría ser, y me atrevo a decir, la descripción de lo que idealmente cualquier sociedad aspira en convertirse una vez consolidados otros problemas. Una vez que la economía marche, una vez que se haya consolidado la armonía entre población y gobierno, una vez que la seguridad esté presente en la mayoría del territorio, otros aspectos como medio ambiente, empiezan a tomar importancia. 
    Interesantemente, los países más ricos son los que más impulsan políticas concernientes al medio ambiente. Aquellos Estados gozan del hecho de preocuparse por cuestiones que para otras sociedades apenas llegan a ser concebidas, dado que éstas últimas poseen angustias más inmediatas. Probablemente, no fue prioridad para el gobierno de Haití cuestiones ambientales una vez construida “Tent City” después del terremoto de enero de 2010, pero sí lo era asegurar a la población afectada y vulnerable a raíz de la catástrofe, y la crisis que derivó (Two Rwandan Peacekeepers, 2015). Sin embargo, sabemos que los asentamientos irregulares generalmente son focos de desperdicio, de todo tipo, alimentario, energético, etc., además de ser causantes de contaminar fuentes hídricas. Pero por otro lado, Japón, cuya suerte no fue mejor que la de Haití con el terremoto y tsunami de 2011, logró incluso reconstruir la infraestructura perdida al término del primer año (Roberts, 2016). Ambas son islas, ambas fueron víctimas de fenómenos naturales y ambas atravesaron situaciones de crisis humanitarias. Las consecuencias de ambas situaciones son devastadoras, aunque, a diferentes grados.
Izq: Fabienne Cherisma, 15 años, yace muerta a causa de una bala perdida durante los saqueos después del terremoto de 2010 en Haití. Fotografía: Paul Hensen
Der: Hombre yace muerto y bocabajo en el lodo seco después de la inundación a raíz del terremoto de 2011, Fukushima, Japón. Fotogafía: Donald Weber
El terremoto de Haití ha provocado un malestar más profundo y más duradero, es decir, multidimensional para la población de Port au Prince. Estamos hablando que hay incluso presencia de “cascos azules” en la capital, sin embargo, cuyo origen no es el terremoto de 2010, sino la caída del Presidente Jean-Bertrand Aristide en 2004 (Two Rwandan Peacekeepers, 2015). Aunque, con el terremoto, hubo un considerable refuerzo de tropas de paz. Y finalmente, el brote de cólera terminó por debilitar aún más la población. 
    En el caso de Japón, es verdad que la crisis nuclear de Fukushima es aún en 2016 un tema vigente, y en efecto, posee grandes consecuencias ambientales y de salud, tanto doméstica como internacionalmente. Las secuelas del derrame de Fukushima estarán ahí por un largo tiempo y habrán de desmentir el mito japonés, “cero accidentes nucleares”, del cual estaban tan orgullosos (Roberts, 2016).
    Sin embargo, el alcance gubernamental para atender los problemas es tan distinto, que Japón deja por mucho atrás a las capacidades haitianas de atender y solucionar los desdenes humanitarios y ambientales que produjeron los terremotos. Aquí retomamos el argumento propuesto al principio de esta reflexión: hasta que una sociedad no haya cubierto sus principales necesidades, no se esforzará mucho por revisar aquellas cuestiones que no representan un menester inmediato. 
    A partir de esta lógica, me aventuro a decir que los Estados son como los individuos. Ya se habrán de dar cuenta la ironía que utilizo para declarar semejante frase: los Estados están compuesto por individuos. Por tanto, nos remitiremos al Sr. Abraham Maslow, a quien podemos agradecer una posible explicación de por qué los Estados solo atienden ciertos problemas en un determinado tiempo y contexto (Robert, 2013).
    Es así, que la comparación anterior de Japón y Haití me permitirán explorar la razón por la cual el tema ambiental no parece tener importancia alguna en ciertas sociedades. Tomemos el caso de Cuba, cuya suerte ha estado muy ligada a las decisiones de potencias internacionales a lo largo de la historia. Dado su presente histórico, socialista y bajo un bloqueo económico, no ha ejercitado abiertamente su potencial productivo. Aún así, ha atravesado un reciente incremento de comercio internacional que la isla ha sabido gestionar con otros países bajo el padecimiento que la caracteriza. Desde algunos años para acá, los mercados y tiendas cubanas han experimentado un abastecimiento descomunal, si se tiene como referencia el Periodo Especial de 1991 a 1993; periodo de escasez material y un desabastecimiento fatídico de productos, como consecuencia de la disolución de la Unión Soviética en 1991.
    Por lo que es frecuente observar hoy en las ciudades cubanas cómo la gente, después de consumir un helado, una cerveza, o una golosina, desecha la envoltura al piso sin mayor alboroto. Es común encontrar calles, callejones y desagües cundidos de basura plástica, papel, cartón, vidrio y aluminio. Pero lo más aterrador es aquella indiferencia con la cual un ciudadano se deshace de la basura en los espacios públicos. De verdad que es un fenómeno reciente en la isla, no es por menospreciar la cultura o la trayectoria histórica que han atravesado, pero el presente histórico, con más abundancia que antes, es una situación novedosa para la sociedad cubana. Asimismo, el poder adquisitivo ha incrementado, poco, pero lo ha hecho, lo cual, a la larga, ha de generar un mayor grado de consumo de productos que también generan basura.
    Pero quizá, como lo fue para Haití durante la crisis, el tema medio ambiental no es prioridad para Cuba. Y quizá sí lo sea el restablecimiento de relaciones con los EEUU, el levante del embargo, el vivir día con día con un salario promedio mensual de unos 20 dls. Quizá, los jóvenes y otros individuos de la sociedad no están acostumbrado a poseer semejante abundancia de productos en tiendas, y tampoco lo están los servicios de recolección de basura. 
    El problema aparecerá en unos años, cuando las coladeras, cloacas y alcantarillas estén tan obstruidos, que otras inconveniencias surjan a partir de esto, inundaciones, malos olores y focos de infección. También, los recursos hídricos tan valiosos de los cuales dispone el país, se verán comprometidos. Y no será, hasta que el gobierno y los cubanos mismos hayan cubierto otras necesidades tan inminentes, que voltearán a ver el problema del medio ambiente.
Botella de Cerveza "Cristal" al fondo de un charco de agua salada en el Malecón de La Habana, 2015. Fotografía: Juan Camilo Alvarado

Referencias
Roberts, D. (2016). Five Years After Fukushima. Foreign Affairs. Recuperado de https://www.foreignaffairs.com/articles/japan/2016-02-16/five-years-after-fukushima
Robert, J. (2013). Maslow and the Motivation Hierarchy: Measuring Satisfaction of the Needs. University of Illinois Press. Recuperado de http://www.jstor.org/stable/10.5406/amerjpsyc.126.2.0155
Two Rwandan peacekeepers shot dead in Haiti. (diciembre, 2015). Yahoo News. Recuperado de http://news.yahoo.com/two-rwandan-peacekeepers-shot-dead-haiti-103834867.htm
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Reflexión sobre el medio ambiente.

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